jueves, noviembre 23, 2006

A una Mujer


No hay que llorar porque las plantas crecen en tu balcón,
no hay que estar triste si una vez más la rubia carrera de las nubes te reitera lo inmóvil,
ese permanecer en tanta fuga.
Porque la nube estará ahí, constante en su inconstancia cuando tú, cuando yo -pero por qué nombrar el polvo y la ceniza-.
Sí, nos equivocábamos creyendo que el paso por el día era lo efímero, el agua que resbala por las hojas hasta hundirse en la tierra.
Sólo dura lo efímero, esa estúpida planta que ignora la tortuga, esa blanda tortuga que tantea en la eternidad con ojos huecos, y el sonido sin música, la palabra sin canto, la cópula sin grito de agonía, las torres del maíz, los ciegos montes.
Nosotros, maniatados a una conciencia que es el tiempo, no nos movemos del terror y la delicia, y sus verdugos delicadamente nos arrancan los párpados para dejarnos ver sin tregua cómo crecen las plantas del balcón, cómo corren las nubes al futuro.
¿Qué quiere decir esto? Nada, una taza de té.
No hay drama en el murmullo, y tú eres la silueta de papel que las tijeras van salvando de lo informe: oh vanidad de creer que se nace o se muere, cuando lo único real es el hueco que queda en el papel, el golem que nos sigue sollozando en sueños y en olvido.

“A una mujer” Julio Cortázar

1 Comments:

Blogger Logan said...

La verdad, he de reconocer, que leo muy poco y no conozco el estilo de los distitntos escritores.

Reconozco desde aquí mi más profunda ignorancia, estado al que he llegado llevado por una falta de constancia que me hacen un muy mal lector, además de que apenas tengo interés.

Sin embargo, sí que leo fragmentos de aquí y allí... y puedo decir que me gusta cómo escribe Julio Cortázar.

Me gustan los fragmentos cortos porque no me desespero leyéndolos, son fáciles y rápidos.

Ojalá todo en la vida fuera tan sencillo como leer un fragmento, pero la vida es un gran libro, complejo, con miles de personajes y giros argumentales.

9:18 a. m.  

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